Por: Oscar Rossignoli
Editor de http://www.imagen-empresarial.com
Voy a referirme en este artículo a las empresas que no han tenido un buen manejo de crisis, que son las que quedan con serias secuelas en su imagen muy difíciles de superar en corto tiempo. Recordemos que reconstruir es tres veces más caro que construir.
Un escándalo corporativo suele acarrear serias consecuencias jurídicas y, si hay víctimas, costosas indemnizaciones que muchas veces no están consideradas en las pólizas de seguro de daños e indemnización de daños a terceros en sus bienes o en sus personas. Por consiguiente, el capital de la empresa se ve seriamente menguado.
Por ejemplo, una empresa con productos de consumo masivo en mal estado que ha ocasionado daños y enfermedades a los clientes se ve obligada a retirar toda su mercadería de los puntos de venta. Obviamente esto ocasiona una caída vertiginosa de las ventas de todos los demás productos de la empresa.
Esto, naturalmente, conlleva un conflicto abierto con las asociaciones de consumidores, así como la pérdida de confianza de los mercados, incluidos los financieros, y ataques de los competidores, todo lo cual conduce a una redistribución de las cuotas de mercado previas a la crisis, sin mencionar el deterioro de la competitividad de la empresa y aumento de su vulnerabilidad frente a sus competidores.
El gasto en el reposicionamiento de una imagen dañada después de un mal manejo de crisis es altísimo pues surge la inexcusable necesidad de convencer plenamente a los públicos de la empresa de que la causa que originó el fallo está totalmente subsanada, algo muy difícil de conseguir si la institución nunca se preocupó por construir y cuidar una sólida imagen corporativa.
Una empresa con una imagen muy dañada y donde no hubo un buen manejo de crisis deberá pasar una fase de recuperación larga y costosa para eliminar progresivamente los efectos de la crisis. Las inversiones para esta recuperación pueden afectar incluso la supervivencia de la propia empresa.
A todo esto hay que agregar la pérdida de liderazgo de los dirigentes de la compañía, que se ven enfrentados a sanciones administrativas, independientes de las penales si las hubiere, que pueden impedir millonarias contrataciones futuras con empresas del Estado.
Por ejemplo, un accidente que ocasiona un derrame de productos químicos o una epidemia u otros casos similares producen alarma social proporcional a las consecuencias y al número de afectados.
En general, la compañía aparece enfrentada a la sociedad, lo que origina en la opinión pública una actitud acusadora, además del grave deterioro de su imagen y reputación corporativas.
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Saludos
Hace 16 años
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